(Todo lo narrado acontinuación ocurre antes de que cada uno se marche por su cuenta)
Tras liberar estas tierras de la presencia del mal, Érion se arrodilla exausto, apoya su maza en forma de cruz con el símbolo de Cygnus en el suelo y comienza a recitar una plegaria de gratitud a su poderoso dios por haberles ayudado a vencer:
- Cygnus, señor nuestro, este humilde siervo os da las gracias por haberme otorgado las fuerzas necesarias para afrontar los males que nos han acechado, y bendice a mis compañeros por el arduo camino que les queda aun por recorrer...
El clérigo se pone en pie y se dirige a sus compañeros con decisión en sus palabras:
- Amigos mios, siento tener que deciros esto pero debo irme, pues mi misión está cumplida. Gracias a vuestra ayuda hemos podido liberar esta noble tierra de las fuerzas que la amenazaba. Y ya que todo puede volver a la normalidad... debo marchar. Que las bendiciones de todos vuestros dioses os guien por las sendas que ahora debeis recorer, y que las fuerzas que moran en vosotros nunca desfallezcan.
De su mano se quita el anillo que se le habia otorgado y se acerca hacia el poderoso enano:
-En tus manos dejo este preciado objeto, pues donde voy no creo que ningun ser, tanto de este mundo como del otro, deba acompañarme.- Estrechandole la mano y esbozando una sonrisa -Ha sido un honor derramar sangre contigo en combate, hermano.
Se acerca hacia el semiorco druida, recordando la promesa que le hizo, y le dice:
-Cuando estes preparado para devolver a la vida a tu compañero, estare esperando en un pequeño monasterio de Cygnus en el cual debo permanecer. Podras encontrarlo caminando acia el norte desde aquí durante diez días.- y dirigiendose de nuevo al grupo dice- Suerte heroes. Nunca olvidare lo que hoy me habeis ayudado a conseguir...
Colocandose la maza en el hombro, Érion el paciente marcha hacia su nuevo destino mientras con voz potente reza a Cygnus para que proteja a sus amigos y para que nunca caigan en las gelidas manos del olvido.